Los beneficios ambientales de la energía solar fotovoltaica

El calentamiento global avanza a un ritmo alarmante y las energías renovables han adquirido un papel clave en las estrategias contra el cambio climático y sus efectos en las sociedades y el medio ambiente, así como en la transición energética para un desarrollo sostenible.

Entre las alternativas de generación eléctrica a partir de energías renovables, la fotovoltaica es una de las fuentes con más futuro hasta el punto de que, en la hoja de ruta de la IEA (Agencia Internacional de la Energía) entre cuyos objetivos está alcanzar cero emisiones de CO2 para 2050, multiplicará su capacidad por 20 y generará una quinta parte del suministro mundial, reduciendo y eventualmente eliminando la dependencia de los combustibles fósiles.

Al contrario que las fuentes tradicionales de energía como el carbón, el gas, el petróleo o la energía nuclear, cuyas reservas son finitas, la energía del sol está disponible en todo el mundo y se adapta a los ciclos naturales (por eso las denominamos renovables). Por ello son un elemento esencial de un sistema energético sostenible que permita el desarrollo presente sin poner en riesgo el de las futuras generaciones.

Las soluciones solares generan electricidad sin liberar sustancias nocivas y no consumen agua: el sol y el silicio en las celdas de los paneles se encargarán de crear energía por sí mismos. Esto significa que disminuye las emisiones de gases de efecto invernadero, reduciendo así la contaminación del aire.

Los modernos paneles fotovoltaicos son cada vez más eficientes, de forma que, en condiciones estándar, se calcula en unos dos años el tiempo que tarda un panel en generar la energía utilizada para su producción, siendo su vida útil de más de 30 años, durante los que seguirá generando energía con la luz del sol como único combustible, limpio, gratuito e inagotable.

Los principales componentes de un panel fotovoltaico son el silicio, el aluminio el vidrio y el cobre, y su fabricación no supone un proceso particularmente contaminante, que requiera medidas de protección y seguridad superiores a las de un proceso industrial convencional.

Una vez agotada su vida útil, los componentes de los paneles fotovoltaicos están catalogados como residuos no peligrosos y son recuperables en tasas muy elevadas de hasta más del 95%, lo que permite hacer un uso más sostenible de las materias primas empleadas y a reducir el volumen de desechos.

 

 

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